Concurso patrocinado por el Hotel Mar Menor de Santiago de la Ribera

miércoles, 27 de febrero de 2013

(338) El contraluz de tu mirada


El contraluz violeta de tu mirada se clava en el teleobjetivo de mi alma. Quién pudiera adentrarse en la profundidad de campo de tu lente y filtrarla en rojo y perderse en la distancia focal de tu diafragma.
Soy micrófono cardioide en busca de tu reverberación, quién fuera omnidireccional para captar tu todo. Fundir mi eco con tu impedancia y tender un cable, largo como el mar, conectado por Jack a tu mesa de mezcas; apropiándome del ecualizador de tus labios; fundiéndome en el master de tu disco duro y creando la más bella melodía que jamás se haya oído.

(337) Ser mujer


Provengo de un embarazo ‘’especial’’. Hasta los ocho meses no sabían el sexo del bebé que mi madre esperaba. Mi madre creció principalmente entre hombres y siempre quiso tener una hermana mujer. Aunque mi madre quiere ser muy imparcial, sé que deseaba traer una niña al mundo, ya era madre de dos varones. Igual que se vio reflejada en sus niñitos quería experimentar crecer con una niña. Siempre dice que desde el primer momento que sintió que estaba embarazada sabía que era niña; no sabe describir por qué, pero tenía la certeza y acertó. Y la casa se revolucionó.  Y los principitos de la casa tuvieron que compartir su trono con la nueva princesita y más tarde con otra princesita…

(336) El sauce


Él al lado de ella, en ese banco que nadie arregla. El sauce acaricia la sombra, tímido roce de vaqueros. Pulgar en el teclado, un mensaje de ella: yo te quiero, respóndeme. Él sigue virtualmente jugando.

Desde la habitación de su casa, él la llama, desconsolado.

- No me he dado cuenta cuándo te has marchado, pero he terminado ya el juego, ¿podemos quedar mañana en el mismo banco?

- No, cariño, sigue jugando.

El sauce no puede soportar las lágrimas. Ya sabemos por qué sigue llorando.

(335) Mi día a día


Estoy cansada de creerme como una tonta que vivo bien, que soy feliz con lo que tengo, que no me falta de nada…Y sí, me faltan cosas… y quizás sean las fundamentales para conseguir la felicidad plena. Me falta cariño y seguridad. Me falta sentirme bien… y sinceramente creo que no me merece mucho la pena pensar que mañana todo cambiará… porque no es así…mañana todo seguirá igual que hoy, incluso empeorará. Seguiré sintiéndome mal, sola... y todo seguirá su camino. Sin embargo sé que tampoco merece la pena vivir acompañada y a la misma vez sentirte sola. Por eso únicamente me queda pensar que esta vida es absurda y que tal vez sea yo que no sé vivirla.

(334) Ella


Ella no hubiera necesitado aquella muñeca a la que parecerse. Ya puestos, tampoco hubiera sido necesario aprender el doble para terminar siendo la mitad de valorada. Hubiera preferido no haber necesitado estar siempre perfecta. Se ríe al reconocer que no necesitaba demostrarle a nadie que era la más hacendosa o la madre más abnegada. Nunca necesitó ninguna bofetada para saber cuál era su sitio.
Hoy sabe que lo que de verdad necesitó, fue de mucho coraje para dejar de ser lo que todos creían que debía ser una mujer y empezar a ser simplemente ella.

(333) Olivia


Ella iba en el taxi, no era demasiado guapa, pero sabía como sacarse partido. Sus ojos color miel resplandecían. El conductor no le quitaba ojo por el espejo retrovisor pero ella estaba ausente. Miraba la calle, atentamente, ladeaba su sonrisa mientras se alejaba del manto de otoño, de la gente y de los lugares por los que pasaba. Reconoció una pequeña y vieja librería, sacó de su bolso su neceser, miró por su espejo, sonrió, pintó sus labios carnosos de brillo y pellizcó sus mejillas. Llegó a su destino. Pagó al chofer, le miró, abrió la puerta decidida por que hoy sin duda era otro día, era su día. No era especialmente guapa, lo sabía , pero era feliz.


(332) Kenia


Las 7, las luces rojas del despertador otra vez. Levántate, haz la cama, cálzate,  ducha rápida, vístete,ve a las habitaciones,levanta a Mario , siempre le cuesta despejarse, llévalo al aseo, ¡déjalo!, ya tiene 6 años.Baja a la cocina, prepara el desayuno, suena la radio, desayuna en familia. Las llaves, ¿Dónde he puesto las llaves?. Vamos, vamos, llegamos tarde Mario. Déjalo en el colegio. Bésale, anímale  déjale. Y a trabajar. Llama a Marta, ella lo recogerá, nos hemos peleado pero ella lo quiere, y él a ella. Son las 3, come rápido, vuelta al trabajo. ¿Cómo está Mario? , bien, el día va bien. Termina el trabajo. Recoge el despacho. Vuelta a casa. Son ya las 9. Vaya día, estoy agotada. 

(331) Llegará


María miraba ausente el ordenador, junio había llegado con su agobiante humedad.
Escribía en la pantalla:”Últimos minutos y se cerrará la sesión virtual del ejercicio”. Debía revisar las redacciones antes del martes cuando se reunirían presencialmente en clase para comentarlas y concluir el curso.
Les había propuesto: “¿Cuáles  han sido los principales cambios en la relación entre hombres y mujeres en los últimos años?”.
Leía en silencio: “entonces había trabajos separados…, en puestos iguales cobraban diferente…, la dote sólo la pagaban las familias de ellas,…había institutos de mujeres…”
¡Qué lejanos veían los niños esos tiempos! ¡Y ella lo había vivido!
Recordó las palabras de su abuela  Mirta: “Todo cambiará, con educación y tiempo. Yo nací demasiado  pronto” y sonrió.

(330) Realidad


    Antes de que vuelva papá deberías cambiarte de ropa, esa falda tan corta que llevas no le gustará nada. Ya sabes cómo se disgustará.
    ¡Que sí, pesada! La falda siempre por debajo de la rodilla. ¡Jesús, qué cruz!
Rosa apaga el televisor. Le gusta ver esa serie ambientada en los años cincuenta que tan de moda está. Cómo han cambiado las cosas desde entonces, piensa. En los tiempos actuales las mujeres deciden por sí mismas, trabajan y se sienten valoradas; no como hace años. Mira el reloj y se sobresalta. Es muy tarde y Juan la avisó que vendría a cenar una hora antes. Se pondrá hecho un loco si la cena no está perfectamente dispuesta en la mesa.

(329) Elle


Amante esposa y madre. Trabajadora incansable dentro y fuera del hogar. Mujer de sonrisa perenne aunque en su alma albergue llagas de difícil cicatrización, producto de un pasado turbulento que afortunadamente logró asesinar...Así es Elle.

(328) Una mujer grande


Querido diario,
            Aquí estoy una noche más, viejas costumbres nunca cambian. Pero hoy no voy a hablarte de mí, sino de mi madre; mi querida y adorada madre. La persona que más me quiere en el mundo, la persona que me dio la vida. Ésta vida que tanto amo, gracias a ella. Porque ella es mi pilar base, mi principio y mi fundamento. Ella me sustenta en mis días más tristes y amargos. Pero también comparte mi felicidad. Mi educación, entera, se la debo a ella. De otra forma, no sería nadie.
            Soy hijo de una de las personas más bellas que habitan este planeta. Soy hijo de una mujer grande.

(327) Papel quemado


Vaya historia la vida. A veces tan grande como un folio y otras tan pequeña como un papel doblado en la cartera.
De nuevo se sentía perdida, desdibujada en la hoja de su propio libro. Igual ya era hora de aprender a amarse para no necesitar con tanto anhelo el amor libre de otra persona. De nuevo apareció ese vacío dentro de ella, donde su pareja no era capaz de entrar por mucho que golpeara.
Al fin, cansada del maltrato de no ser nadie, dejando atrás el destino que alguien inventó para ella decidió marcharse. Así que recuperó su libro de entre las cenizas y comenzó a escribirlo con la tinta de su propia vida.

(326) Una nueva oportunidad


¿A quién quieres más? A tu papá o a tu mamá. Solían preguntármelo cuando era pequeña. ‘Yo no tengo papá’, decía tímida mientras me escondía detrás de mi madre o de mi abuela.
Muchos años después, poco antes de morir, mi madre me confesó que mi padre seguía vivo. Me pidió perdón y me contó lo difícil que fue separarse de alguien que nos habría hecho tanto daño a las dos.
Él quiere verme, desde que ella se fue ha intentado que hablemos… Hoy puedo responder a aquella pregunta: mi madre lo dio todo por mí. Pero voy a dar una oportunidad a quien hace años no nos la dio a nosotras. Hoy voy a conocer a mi padre.

(325) Tu triunfo mi victoria


¿No me exime lo ajeno de una acusación directa? Son daños colaterales, cariño. Eso es. La  fuerza que guiaba todo lo que fuimos y queríamos ser me empujó desde un lugar remoto, desconocido. Alguien me arrastró hasta lo más detestable y burdo de mi ser, agarró mis manos a modo de títere y me obligó a poseerte. Me inhabilitó. En eso consistía el juego que empezaste, ¿no? Sólo uno se quedaría con el premio, así que aquí estoy, sentada en el sillón donde nos prometimos el mundo, triunfante mientras te observo  inerte, deshecho, y sin embargo tan lleno de vida. Tú ganas. Tu triunfo sí. Mi victoria, también.

(324) Epitafio


Hizo incluso más de lo debido. Fue una hija obediente y  complaciente, una esposa fiel y trabajadora y una madre abnegada, pero nada de esto fue suficiente para que sus padres la repudiaran, su marido la maltratase y sus hijos la despreciasen. Después de su  suicidio todos la echan de menos. Descanse en paz y por fin sola.

(323) La llamada


Contemplar su rostro marmóreo, y besar su fría piel, me devolvieron a la realidad, había fallecido.
Nunca besar a una madre estuvo tan lleno de vacío, era un adiós sin vuelta de hoja, el resto estaba de más.
Con serena sonrisa sintiendo mi alma partirse en dos, me despedí hasta nuestro reencuentro. La ayude a irse serenamente, como tantas veces atrás ella me había ayudado en mi vida y es que no hay nada más grande que el amor de una madre.

(322) Deserción del amor


He guardado el traje. Me retiro. Descubrir que mis poderes estaban en decadencia y que sus efectos, no solo eran mas débiles, sino que además empezaban a ser destructivos, ha sido demasiado. Estos años han sido gratificantes pero todo tiene un pago.
Desde mi escondite espero para ver si el mundo puede arreglárselas sin mi.
Sorprendentemente después del caos inicial de mi deserción , salgo  para comprobar que mi pareja se enfrenta a sus malos días con voluntad y paciencia, que mis hijos asimilaban sus frustraciones con valentía y mis jefes y compañeros de trabajo descubrían por fin, como una sonrisa era capaz de vencer cualquier dificultad por grande que sea.
El mundo ya no necesita heroínas.

(321) El director



Al verme entrar, todos se callaron.  Crucé la sala de juntas y me dirigí hacia la cafetera.  Seguramente escuchaban a Carlos fanfarronear sobre sus conquistas, pensé mientras me servía un café.  Pero me equivocaba…
-¿El jefe se jubila?- preguntó Martín.
-Sí-contestó Carlos- Pero aún no es oficial.
Carlos se creía el protegido del director y por ello, candidato a sucederle.  Adicto al poder y la intriga, se sentía superior a sus compañeros de oficina.
-Ya que estás haciendo café, hazle uno a tu nuevo jefe- me ordenó Carlos.
En ese momento entró el actual director. Su mirada se fijó en el grupo de hombres y luego reparó en mí.
-¡Os presento a la nueva directora general!-anunció.

(320) De mujer a mujer


Hoy me siento mujer…  Ayer tan sólo fui hija y quizás mañana seré abuela de la vida…
Mujer… que intento disfrazar de efímeras sonrisas mi azul mirada y alimento de falsas ilusiones mi frágil alma.
Mujer… que adorno mis castaños cabellos y así pretendo engañar al tiempo.
Madre… que perdono a mis hijos por tanto sufrimiento, ahogando mis gritos en el más callado silencio.
Mujer… que saboreo los caprichos y sinsabores del destino, y aún así, te digo que no te detengas en el camino de la vida.
Madre… que sueño con alguien que me regale un beso certero.
De mujer a mujer, hoy desnudos mis sentimientos…

(319) Femenina y singular


Cuando nací, descubrí enseguida que había sido niña y mi alegría, en ese momento, fue inmensa.
Supe de mi  suerte, pues con el tiempo, tendría la fortuna de convertirme en mujer.
Me alegré al pensar, que tendría mis propios hijos, nacidos de mi vientre, como yo acababa de salir del de mi madre.
Me sorprendió que, mi condición de hembra de mi especie, me fuese a acarrear alguna que otra desventaja en la vida, pero eso me haría más fuerte.
Celebre con un grito de felicidad la dicha de haber nacido femenina y singular.
Le hice un guiño cómplice a la matrona y ella, sorprendida, me respondió con una amplia sonrisa y me entrego a los brazos de mi madre.

(318) Insomnio


Se acostaron como siempre y empezó el tic tac del reloj. Pensaba en lo difícil que era dormir enfadada con él... y en lo poco que dormía últimamente. Y seguía escuchando el tic tac, entremezclado con su fuerte respiración. Pensaba en cómo le iba a mirar mañana… Tic tac… En lo mucho que deseaba tocarle, y también en ese continente y medio que se había instalado en la cama, entre los dos. Tic tac. Contó todas las manchas de humedad del techo. Tic tac. Mientras él, ajeno a toda actividad nocturna, respiraba en su lado de la cama.
En algún momento de la noche, cansada de llorar, se durmió sobre la almohada húmeda. Soñaba que unos dedos rozaban su cintura.

(317) El corpiño


Maripi  miraba una revista de moda, ¡vuelven los corpiños! Odiaba aquella prenda
Los recuerdos se agolparon en su memoria, recordaba las prendas  que controlaban su figura y los usos de la época que constreñían la voluntad de las mujeres.
Ahora con ochenta y cinco años se sentía más libre de lo que había sido nunca.
De ocho hijos, había enterrado a tres, por supuesto que los quiso, pero les decía a sus nietas que de haber existido la píldora la hubiera tomado con caja y todo.
Tenía la sensación de que faltaban cosas por cambiar. Solo volvería atrás en el tiempo para revelarse por los silencios forzosos.

martes, 26 de febrero de 2013

(316) Síndrome de personalidad múltiple


Dicen que las mujeres estamos locas. Yo, en concreto, como una auténtica regadera. Debo de sufrir un trastorno de personalidad múltiple, porque por las mañanas, cuando me levanto, soy una alegre ama de casa que hace las camas mientras tararea canciones de Bisbal, pero de repente, sin darme cuenta, me transformo en una eficiente contable y salgo a trabajar embutida en un traje de chaqueta y pantalón. De vuelta a casa empieza a aflorar la madre que llevo dentro: me vuelvo cariñosa, divertida y me paso la tarde jugando con los niños, hasta que los acuesto. Entonces caigo agotada en el sofá. Por eso, algunas noches, en lugar de una esposa servicial, mi marido se encuentra con la bella durmiente.

(315) Tiras de colores


Ella hace malabares con su vida. Cada mañana madruga a cargar su indumentaria: unas bolas, unos bates y muchas tiras de colores que hace ondear cuando el semáforo está en rojo y los autos se detienen. Entonces da vueltas con sus tiras, que se esparcen como mariposas, o hace girar las bolas en el aire, o los bates, mientras los motorizados aguzan sus ojos. No todos dan monedas. Sólo algunos. Con lo que gana se marcha al caer la tarde. En casa la espera su hija, de padre irresponsable que no la ha reconocido, y la otra indumentaria de su trabajo nocturno: faldas de colores, polvos de maquillaje y lápiz de color intenso.

(314) La única


Ella, la perfecta mezcla entre perseverancia y entrega, la que me ofrece alegría cuando mi corazón se anega de tristeza. Es Ella, la que llora para que yo sonría y la que se aflige para que yo salga airoso. La única… la mujer que permanece siempre a mi lado. Sólo puede ser Ella…

(313) Punto de vista


Sería un viaje largo y difícil. Pero los postulantes eran muchos. Sin embargo, la decisión estaba tomada: solo se arriesgaría un par de vidas. Durante los espesos meses de entrenamiento, una indispensable cortesía permitió convivir entre tanta competencia. Finalmente, la dirección aprobó cuatro candidatos. «Sois igual de válidos», explicó el director del proyecto, «y vosotros escogeréis a los elegidos». Los cuatro se miraron. Alguien dijo: «echémoslo a suertes». «Mejor una prueba de resistencia», respondió otra voz. «No, una carrera», se oyó. «Me parece bien la carrera», sentenció el último, «entre nosotros tres. Es lo lógico en un salto a lo desconocido como este». Y en el primer viaje tripulado a Marte, los astronautas fueron un hombre y una mujer.

(312) Julia


Era mi abuela. Nació con el SXX y tuvo la suerte de ir al colegio pero no pudo seguir estudios superiores. Siempre animó a las mujeres de la familia a seguir estudiando. No aceptaba el desánimo ni el abandono, tampoco la apatía ni el conformismo fácil.
     El matrimonio desequilibrado le parecía que tenía todos los boletos en el sorteo del fracaso, por eso insistía que se entendían mejor dos universitarios que uno y una analfabeta. “No hace falta estudiar Psicología para saber eso”, decía.
     Consiguió ser “la mamma” del clan hasta sus últimos días. Los vecinos le consultaban sus problemas, los amigos le querían, la gente le respetaba. Mi abuelo murió enamorado. ¿Qué escuela enseña eso?

(311) Multiplicaciones


Tú y yo. Yo y tú. Somos dos. Te miro, me miras. Me miras, te miro. Nos entendemos porque el orden de los factores no altera el producto.
Las tareas diarias las hago yo, las haces tú o las hacemos los dos. Las acabamos igual de bien porque agrupaciones distintas dan lugar al mismo resultado.
Cuando se nos presenta alguna dificultad nos planteamos si es mejor tratarla juntos o por separado. Hablamos y siempre la resolvemos porque distribuirla en el orden que más convenga siempre nos conduce a la mejor solución.
Conmutativa, asociativa y distributiva. Te quiero porque tú y yo somos más que una suma; somos una multiplicación.

(310) Residuos


El día en que  me dijiste “jamás te haría daño”  arrojé mi vida por la borda. Hoy,  los restos de aquel naufragio son sólo residuos de amor desperdiciado.
 Voy  pisando el eco fiable de mis tacones. Ahí, frente al contenedor, desahuciada de dignidad, compruebo  que  olvidé separar los trocitos en bolsas de colores.
 ¿ y ahora?… ¡me costará tanto  reciclarla!…

(309) El miedo del ignorante


Ojos negros de mirada penetrante, llena de fuerza, de confianza, conocedora de la realidad, de la barrera impuesta por la ignorancia, por el miedo a su persona, a sus dotes, a que descubran que el mismísimo Alejandro Magno le ha donado su alma victoriosa en mil empresas, su liderazgo y su arrojo, su fuerza y su coraje, capaz de sobrepasar a tantos y tantos como hojas caídas a finales del Otoño. Esa mirada tocada por los dioses hace estremecerse a su interlocutor, se arruga y le invaden los nervios conocedor de que algo más allá de su entendimiento esta sentado delante de él, algo que parece retar su estatus superior.
-         Ya le llamaremos para darle una respuesta.

(308) Ella


- Recuerde -dijo ella mirándole con gesto severo mientras él distraído se tocaba la barba-, tiene seis días para hacerlo todo. No descanse hasta el séptimo. No confraternice con las criaturas. No cambie nada de sitio, cada cosa tiene su lugar y su razón de ser ¿Entiende?
Él la miró y asintió aburrido.
-Y lo más importante de todo: No olvide que nadie, absolutamente nadie, debe saber que Yo existo.

(307) La salvavidas


Corría mientras la gravilla a mis pies se levantaba. Me salpicaba una ligera llovizna a la cara y parecía que hiciera un mundo que me estaba pintando los labios para ir a la cena. Tan solo habían pasado pocos minutos y ni me acordaba de los temas que había pensado hablar en aquella velada. Tenía tantas ganas.
 Mientras me escondía en el casco y me apretaba bien el cinturón del traje, pensé en cuantas personas no podrían tener ya una cita, no podrían besar o sentir deseo.
Llegamos al lugar y tiré con fuerza la manguera a la espera que el agua apagara del todo aquel incendio. Hoy me había propuesto que todos disfrutáramos de cada bocado.

(306) El olvido


A pesar de los años no podía olvidar el día que me arrebato Don Alzheimer a mi querida madre, como poder olvidar a ese señor que la cautivó, quedando todos en el olvido, no lo olvidaré por muchos años que pasen, sólo espero que den con una cura vacuna o lo que sea, para que le haga mucho daño y le mate, y justo en ese momento aparecerá la dicha en muchos hogares, pues la familia se quiere tanto que tiene que costar mucho olvidarla, pero ese Romeo viene con su descaro y ¡zas! Las enamora deprisa.
Mamá ese enamorado que te llevó no me gusta como miembro de la familia, así que dónde estés !Recházalo! GRACIAS MAMA

(305) Desde la niebla


Rasgo mi lira y entono la canción de la hermandad. Quien me escucha, siente que la verdad escapa de nosotros como el horizonte cuando intentamos alcanzarlo. ¡Vamos a verla entonces, desde la lejanía!
Las mujeres distinguieron las siluetas quietas dentro de la niebla, escucharon el murmullo de las voces.
-         No podemos mostrar nuestros afectos.
-         Somos los fuertes, los valientes. – dijo otra voz.
-         Ellas serán las dependientes; la pasividad ha de ser su virtud.
Desde las nieblas del pasado trajeron los hombres, dispuesta para convenirles, la herramienta del poder: la escisión entre emoción y razón. ¿No son ambas potencias humanas? Huele sospechosamente a ilusión.
Es tan ridículo llamar mujer al ser humano, como llamarlo hombre. 

(304) Rumbo a la orilla de la Igualdad


El destino deseó que un hombre y una mujer vagaran  desorientados por el mar. La esperanza se materializó en forma de isla en el horizonte. Había llegado el momento de remar y con él, el conflicto. El hombre, preso de su tozudez, quiso hacerlo excluyendo a la mujer, pues la infravaloraba.  Horas pasó  remando sin conseguir aproximarse a la orilla. La mujer ignorada se sentía ante su compañero a pesar de desear remar. La imposibilidad de llegar a la isla provocó el diálogo entre ellos, el cual, duró meses. Tras remar conjuntamente en una misma dirección, llegaron a la orilla. Ambos supieron que su éxito procedía de su  valoración y esfuerzo compartido.

(303) La costilla de Adán


Costillita de Adán, me llaman, en el nosocomio donde me han recluido, junto al Adán brutal que asesinó a su mujer y a sus hijos en un acceso de cólera, y al Adán psicópata que compuso un rosario de cadáveres descuartizados, y al Adán violador que coleccionaba ninfas sin desflorar, y al Adán que se corrompió en política hasta perder el norte, y al Adán que hizo del dinero su sayo y entre tanto estragó su corazón, y al Adán que protestaba, pancarta en mano, hasta que un golpe le atontó. Y ahora me pregunto, puesto que Costillita de Adán soy, cuál es mi papel en este teatro, y por dónde empezar para barrer la casa.

(302) Primero dentro


Cuando dejemos de pensar en ser iguales, cuando la razón de ser de estos escritos pierda el sentido, cuando hablar de ser iguales nos moleste porque su sentido solo va en contra de la preciosa y necesaria diversidad. Cuando una cosa de “cojones” y un “coñazo” denoten exactamente lo mismo, positivo o negativo. Cuando ser padre esté un poco más cerca de madre, y ser hija no sea ser rosa. Cuando las miradas no digan, levántate y trae una cerveza fría que para algo estás aquí. Cuando hablar en femenino no sorprenda al género masculino ni tampoco al femenino.
Entonces, solo entonces, miraré fuera de mí y lo intentaré transmitir con todas mis fuerzas y conocimientos.

(301) Superheroína


Hoy, por primera vez desde hace mucho tiempo, ha tenido el valor de mirarse en el espejo y ni siquiera se ha reconocido a sí misma. A parte de su deteriorado rostro, lo que más le ha asustado ha sido su propia mirada: ausente, sin brillo, sin ilusión, sin ánimo, con miedo. En su cuerpo se puede leer su biografía, todavía conserva cicatrices de la primera pelea y moratones de la última. Sin embargo, nada se puede comparar con las heridas internas, ésas sí que dejan huella.

Hoy, ha decidido convertirse en una superheroína, luchar por sí misma, pero sobre todo, por el futuro de esa personita  que está creciendo en su interior. Su superpoder infalible: amor de madre

(330) ¿Quién te enseñó a callar?


“¿Por qué habla tan poco Eugenita?” le preguntaban algunos. “¿Quién la enseñó a callar?” decían otros. Ella sonreía y contestaba:  “A hablar nos enseñan a todos pero a callar…a callar aprendí yo sola”. Al dejar la casa materna supo que no salía barato decir lo que no se debe, cuando no se debe y a quien no se debe. Aprendió pronto la aritmética de los palos: por cada palabra mal dicha, un bofetada; por quejarse de la bofetada, otra más fuerte y por decir ¡no me pegues más, por el amor de Dios!, una paliza entera, hasta que el silencio le borboteara como la sangre por las comisuras de los labios. Ahora todo había pasado, todo menos el silencio.

(299) LA DESPEDIDA


“Si te vas por lo que soy o por lo que nunca fui” decía la canción que estaba escuchando. Justo como se sentía. Pensando que en parte era su culpa. Su forma de ser era fallaba.  Había intentado cambiar porque sabía que sino no sería feliz, pero a la hora de la verdad no podía remediar actuar así.
Por otra parte pensaba que simplemente no había estado a la altura. No era lo que él había esperado que fuera, lo que necesitaba, lo que buscaba…
Y justo en medio de la encrucijada ella tomó una decisión. Daba igual por lo que se hubiera ido, tenía que ser feliz por y para ella misma. Eso era lo que siempre le quedaría.

(298) TODAS SOMOS UNA

Fui a ver una exposición de fotos tomadas en Sierra Leona. Quedé impresionada. Me faltaron palabras. Esas fotografías tocaron una parte a la que muy pocos han llegado. Mientras veía las fotografías de la mano de Fernando escribí en mi móvil una nota que decía así: “queridas mujeres desconocidas de Sierra Leona, no sé vuestro nombre, ni vuestros sueños… sé que lucháis cada mañana por vuestros hijos y marido, que nunca os mencionarán en los periódicos, también sé que apenas tenéis distracciones y que nunca sabréis lo mucho que os admiro, a todas y cada una. Sois parte de un mundo, injusto quizá, pero todos al fin y al cabo estamos en el mismo”. Rompí a llorar. Nunca lo leerían.

(297) REFLEXIONES TEMPRANAS

Jugaban a las cocinitas, cuando la niña exhortó una de las primeras reflexiones de su vida.
Tú tienes el pelo corto y yo largo. Yo llevo pendientes y tú tienes las orejas destapadas. Tú eres más fuerte y me defiendes de los mayores,  yo soy más pequeña y me cuelo por donde tú no puedes. ¿Porqué somos tan distintos?- le dijo a su compañero de  guardería .
La verdad es que somos muy diferentes- contestó él mientras fregaba los últimos cubiertos.

(296) La liberación de Eva

Me resultaba atractiva la idea de pagar por sexo, así que me “cubrí” con mis más cortos ropajes para salir a tomar un trago en cualquier mugrienta taberna. Con suerte, me toparía con algún dadivoso muchacho dispuesto a ofrecerme una buena hora de sexo desenfrenado por un par de billetes.

Al volver a casa, extasiada, pasé por el espejo de la entrada y me detuve al ver mi reflejo. Era curioso, ni el carmín derretido en mi cara ni las medias de rejilla rotas, fueron capaces de cambiar la imagen que tenía de mí misma.

Seguía sintiéndome una señora de pies a cabeza.

(295) Que no te cuenten cuentos

Abrí el cuento que acababa de regalarme mi madre. Cuál no fue mi sorpresa al encontrarme en la primera ilustración a todas las féminas de cuentos infantiles reunidas y con una pancarta que decía : “ Que no te cuenten cuentos”. Según iba avanzando,  contemplé asombrada cómo mis princesas favoritas iban en vaqueros, camiseta y zapatos planos. La Ratita Presumida era la líder del grupo y Caperucita repartía octavillas. No querían ser “rescatadas” por príncipes insípidos ni una página más y se negaban a transmitir a las niñas semejantes valores de sumisión, falta de aspiraciones o salvación femenina a través de un beso. Sin duda el mejor regalo de una madre para su hija, pensé.

lunes, 25 de febrero de 2013

(294) Indigesto

Receta. Se empieza con muchos años de menosprecio, seguido de unos cuantos meses de humillaciones en público. A continuación, se mezclan los típicos gritos amenazadores aderezados con insultos de lo más vejatorios. Justo después, no pueden faltar decenas de bofetadas rosadas, que poco a poco, y bien agitadas, destilan en puñetazos rojos de odio. Para acabar, el toque definitivo: un aliño de sangre caliente que acompaña, fielmente, a las últimas palizas de heridas incurables. Y, voilà, ya tenemos al más rastrero de los cobardes observado, lastimosamente, por un cielo infinito repleto de lágrimas inocentes.

(293) La guapa

Naciste en Cádiz, en la calle La Palma y te llamabas Isabel Garrido Lindo (la guapa): en 1936 militabas en el Partido Comunista, trabajabas de churrera en el barrio La Viña y fuiste traicionada por tu amante Eufemio Maldonado Estévez (el cojo) de profesión zapatero remendón; quien el 18 de julio, vestido de falangista, te sacó de la cama a punta de pistola y en la nocturnidad de La Caleta de un tiro en la nuca te hizo invisible. Desde entonces, nadie te buscó ni apareciste en lista alguna. Sólo yo sé tú historia, sin embargo, la memoria lectora es frágil: tiende a olvidar con frecuencia tanto a los folletines por entregas como a sus voces narradoras.  

(292) La mujer de en medio

    ¿Oiga!, pero ¡quítese de en medio!…
    No puedo, tengo que trabajar, mi tarea es estar en medio de este pasillo.
    Pero si usted antes trabajaba en un banco…
    Usted lo ha dicho: antes. Ahora soy guardia de tráfico de este pasillo, mi verdadera vocación. En realidad, mi destino es ser una mujer de en medio. Verá. Yo nací justo en medio de mi madre el jueves, 16 de julio de 1950, a las 12 y media del mediodía. O sea, en medio de un día y de una semana y de un mes y de un año y también de un siglo.
    Pero usted está loca, señora.
    No señor, sólo medio loca. Circule.

(291) Ella

Ella, inspiradora de vida y felicidad. Ella, ser magnífico donde los haya. Ella, principio y fin de todo. Ella, siempre ella, igual de necesaria que el aire que respiro. Ella, esa mujer que me lo dio todo. Ella, ella, por ser quien es, por ser lo que es, por ser mujer. ¿Acaso hay algo más maravilloso que una madre? Siempre será, por ser mujer, el eje fundamental de nuestra vida. Y gracias a ella, todas somos iguales. Porque las primeras luchadoras son siempre nuestras madres.

(290) Kaperucita 2.0

KAPERUZITA: k te parezieron las fotos? ;-)
WOLF: muy vuenas, tienes un kuerpo prezioso, tienes mas? :-P
KAPERUZITA: si, si me aces una rekarga de movil te paso otras :)
WOLF: ok dame tu nº de movil :-)
KAPERUZITA: grazias x la rekarga :-> dame tu direzión de korreo
WOLF: auuuuuuuu... estás muy vuena en las fotos, podríamos vernos ;-)
KAPERUZITA: ok :) en la entrada del parke a las 10
WOLF: ok, cuando yege te ago perdi chao
KAPERUZITA: chao
            -¿Policía? Buenas tardes, agente, tengo trece años y quiero denunciar a un pedófilo que me está acosando en internet.

(289) Palabras tajantes

Salí escopetada del edificio, no quería que nadie me viese llorar,  tantos meses en el paro estaba favoreciendo a mi desconfianza y a dudar de mi valía, tantos años de estudios y de preparación me animaban a intentarlo siempre una vez más. Sus palabras fueron secas y tajantes. No me dio opción a articular una sola palabra, ni los zapatos, ni el vestido, ni el perfume fueron tenidos en cuenta esta vez.

   El puesto es suyo. Empieza el lunes a las ocho.

(288) Disculpas

      Para saber de mí has tenido que  venir aquí  con  rabiosas  lágrimas  y gesto de interminables reproches asomando en tu rostro entreabierto de suficiencia.  ¿Acaso será tu  celosa e injusta envidia  y no rabia la que te ha movido de tu eterno sofá de jefe, para llegar  hasta mí?…
-¿No era perdón lo que venías a decir? No era  un; lo siento he vuelto a ser el prepotente habitual y malhumorado que saca todo de quicio, ¿lo que deseabas decirme? 
-Tan solo vienes para escupirme unas cuantas  lágrimas de pena y blandas  amenazas de cariño envueltas en el ambiguo discurso de costumbre. ¿Qué temes tanto para concederme el respiro de tu patética disculpa?...  Tienes miedo de tú soledad conquistada, – ¿verdad? –

(287) Arrugas

Las arrugas de su rostro son como un mapa. En la frente puedo leer el esfuerzo y el sufrimiento de su infancia, el sonido de las bombas y la enfermedad de sus padres. A lado y lado de los ojos dos finas líneas me dicen que sabe observar además de ver. Y los pliegues que encuadran sus labios agrietados revelan un pasado, un presente y un futuro donde ella se esfuerza en sonreír. Porque sabe hacerlo a pesar del dolor, de los malos recuerdos y de los corazones rotos, de los sueños que nunca se cumplieron y las promesas vacías; así es el corazón de una mujer, late aunque esté herido de muerte. Así luchan. Así ganan.

(286) Sombras


Tom vió la luz pero nunca la mirada del padre.Un bohemio. Drogas, alcohol. Trabajar cansa. Una madre. Camino, sombras.

(285) El juicio final

Siendo MUJER he cometido los mayores pecados ante los ojos de aquellos y aquellas que creen exacerbadamente en Dios y en el Diablo. He amado vorazmente a cuantos hombres y mujeres me han acariciado; he sido madre y he renunciado a serlo, eligiendo libre mi momento. Por ello, aunque pensaron que podía no ganarme el cielo, cuando llegué, Él me estaba esperando. Y aunque mi lugar en el mismísimo reino estaba asegurado, decidí, una vez más, guiada por mi inspiración femenina, que mi alma como mujer prefería la opción de reencarnarse una y otra vez.

(284) Alba regresa

Después de ausentarse regresó y descubrió que él se había atrevido a enfundarse diariamente como ella, después del trabajo, en el caos que se apodera del orden, en encontrar el brillo que duerme bajo el tiempo de un reloj que constriñe los momentos que suman el cansancio de los días sujetando el sueño del sentido:
nuestra casa será grande y nuestros niños con mascota correrán felices por un amplio jardín protegido, amparados por una mirada que cuidará cada detalle hacia el cariño.
Alba aunque cansada de ser el engranaje de aquella marcha soñada regresó, se descubrió prescindible, sintió que él y ella caminaban al mismo compás en aquella batalla imaginaria de lo que siempre todavía no era.

(283) Perjuicios

-         Pero…soy mujer.
-         ¿Y?.


Fin.

(282) Ella

Ella. Profesora, escritora, utópica. Amante de los domingos por la tarde y del helado de chocolate. Se había recorrido medio mundo. Tenía claro que creer y crear solo estaban a una letra de diferencia, por eso ella creía y creaba sueños. Disfrutaba con los Beatles y con la arena de la playa entre los pies. Se subía a los tacones y bailaba toda la noche. Era la mujer que todos deseaban, la madre que todos querían y la amiga que todos buscaban. Era ella. Lo tenía todo. Un equilibrio. Una posición. Un marido que la adoraba. Solo había algo que se le escapaba, Fernando. Siempre que llegaba lo ponía todos patas arriba y ella odiaba el orden. Rompía su equilibrio.

(281) Cleopatra

Mamá repetía la soporífera lección todas las mañanas: “Ni escuela, ni lugar en la asamblea,  ni libros de varones o juegos en el parque que puedan arrugar tu traje. Recuerda, niña inquieta, que pronto serás señora de hogar y una aplicada y ejemplar esposa”. Exhausta, materializó sus disparatados planes y ambiciosas estrategias y sustituyó imposibles por un ingente imperio dónde no volvieron a negarle nada.

Desde hace un millón años, en su pequeño cielo, observando fascinada la evolución de un planeta que llegó a pertenecerle, aguardaba impaciente el momento en que ÉL permitiera su vuelta. “Te he preparado un siglo” contestaba.

Aterrizó en el año 2000, y Cleopatra ya no sabe de lecciones. ¡Quién necesita un imperio, teniendo estos tacones!

(280) Lluvia

Aunque llueva y el reflejo de la tormenta se refleje en sus ojos, aquí siempre está ella, tapándome con su maternal paraguas de flores de primavera, ofreciéndome un sol sin nubes ni tristezas.

(279) Parte de ti

Sentía que le faltaba algo. Un pedazo de su cuerpo. Un pedazo de su alma. Se llevó la mano al pecho para comprobar que el corazón aún le latía y suspiró con apenas fuerzas. Estaba cansada y afligida, tanto como no lo había estado en toda su vida. Recordó las palabras que su madre le dedicó cuando se hizo mujer. “Te dolerá. Ser mujer duele, y mucho. Pero aguantarás todo el dolor que el cuerpo te dé, y eso te hará capaz de hacer cualquier sacrificio”.
Por fin llegó quien estaba esperando. Le pareció lo más bello que hubiera visto nunca. Lo cogió en brazos y sintió que, pasara lo que pasara, aquel niño sería parte de ella para siempre.

(278) Amanecer

Llegó a casa hacia las 6 de la madrugada. A duras penas se aguantaba de pie, pero no quiso irse a dormir enseguida. Encendió un cigarro, el primero del día. ¿De qué día? Pensó, mientras se dirigía a la cocina. ¿Del que se iba o del que estaba a punto de empezar? Por el camino se quitó las botas, el mono y el casco y se quedó en ropa interior. Así, más ligera, notó como sus enormes músculos que habían estado trabajando sin tregua también se aflojaban. Se sintió reconfortada. De vuelta al salón, con una cerveza y el pitillo humeante entre los dedos, dedicó unos minutos a observar el cielo que ya era de color naranja.

(277) Queriendo

―Te quiero… Es que a veces me pones nervioso, pero te juro que ya no volverá a pasar.
―Yo también te quiero. ―Ella sentía el cálido, tierno abrazo de su marido, pero no podía verlo bien: desde hacía unas horas solo distinguía las brumas de un mundo que pierde el sentido cuando se percibe a través de unos ojos amoratados que temen mirar.
El abrazo se deshizo cuando ella se apresuró a abrir la puerta ante las insistentes llamadas al timbre; entonces entró una pareja de policías.
―¿Has llamado a…?¿Por…? ¿Por qué me haces esto? ―vociferó su marido al ver los uniformes.
―Por eso, porque yo también te quiero ―respondió ella, asustada y sincera.

(276) La vida en gris

A Carmen y Elvira, mis abuelas, les acompañó, a lo largo de su vida, una sombría escala de grises. Sus vestidos de niña se tiñeron de negro con el luto infinito de todas los pérdidas familiares, la pubertad se les manchó con la luz de los candiles y la tierra de los bancales áridos. El negro acompañó el ajuar y tan sólo el blanco pudo asomar en los bajos de sus enaguas.

Los cuerpos supieron alumbrar los colores, a pesar de los manguitos grises y los delantales negros, absorbiendo las radiaciones de los tres colores fundamentales, perfeccionando sus abrazos cálidos hasta propagar la gama cromática de un arco iris perfecto.

(275) El reencuentro


Recuerdo tu mirada, tu respiración entrecortada y tu media sonrisa ladeada. También tu traje de firma y aquella horrible corbata naranja. Han pasado casi diez años desde entonces, pero jamás olvidaré tu frialdad y prepotencia al soltar el billete de 50 sobre la mesilla. Era mi primera vez y creo que lo supiste enseguida. “Volveremos a vernos”, espetaste altanero. Yo me sentí muy pequeña, aunque sabía que era mi única salida entonces.
Ahora eres tú el que empequeñeces. “Bájese los pantalones”, te ordeno intentando aparentar calma. Pero sé que los dos estamos incómodos: yo, por el pasado; tú, por el presente y aun por el futuro.
-  ¿Es grave, doctora? –preguntas, mitad apesadumbrado, mitad avergonzado.
-  Volveremos a vernos.

(274) Soy Mujer


Siento que he de hacer algo, quizás sólo pueda escribir.
O puede que me deje llevar por las costumbres, pero es que soy incapaz.
Y es por eso que disiento del trato que hasta ahora se nos ha dado.
Me duele en el alma ver la opresión entre humanos, cierro los ojos y pienso en mi deseo.
Uno que quizás no llegue a ver realizado, pero por el que lucharé con todas mis fuerzas.
Jamás me rendiré sin sentir que he dado todo para lograr la igualdad entre tú y yo.
En mis pensamientos no veo distinción entre nosotros.
Romperé cualquier barrera que se me imponga por conseguir que se nos vea como lo que somos.
Porque sí, soy mujer.

(273) Nota de la dirección

Tras veinte años desde la crisis, en la cual la conciencia de todos reverdeció, desde la dirección se han tomado las siguientes decisiones:
1º.- El hándicap salarial que sufrían las mujeres al entrar en la empresa desaparece; el salario se fijará en base a la valía del trabajador  y a las cargas familiares que tenga. En caso de ser mujer se valorará exactamente igual que a los hombres.
2º.- A las trabajadoras jóvenes se les garantiza el puesto de trabajo tras las posibles bajas de maternidad, de modo que se facilite el desarrollo familiar de todos.
Con estas medidas y otras que se irán concretando en adelante, la filosofía de empresa queda nítida.

Fdo.    Esperanza Bendita

(272) La tercera

Me había colgado el teléfono y eso no me gustó. Yo volvía de la estación del tren algunos minutos más tarde de la hora a la que me solía poner el delantal. Eso le dejaba indefenso ante las dos opciones horribles de entre las que tendría que escoger. Con la primera corría el peligro de enfriarse un poco una mano al poner su plato a calentar. La segunda era terrible: Tendría que sentarse desesperadamente a esperar.

La primera se arreglaba con un guante, la segunda con un sofá. Mi papá se inventó una tercera y lo arregló con un bofetón.

(271) Anna, vivir su vida

Ella tiene un rostro pequeño. Ojos. Nariz. Labios. Nada fuera de lo común. Pero en la pantalla, el conjunto se transforma en algo inexplicable.

¿Por qué? ¿El poder del primer plano? ¿El blanco y negro? ¿Las lágrimas? ¿El gesto de sus labios? ¿La tristeza en sus ojos? Sea como sea, el brillo de aquéllos parece inalcanzable. Una belleza inexplicable. Pues describir con palabras lo que su rostro nos dice, parece imposible.

Musa y amante de Godard, llora por la desgracia de otra gran mujer. Él filmó aquel plano, pero ella es el rostro que recordamos. 

Una mujer no es infame. Una mujer es una mujer.

Une femme n’est pas infâme. Une femme est une femme.



(270) Miedo

Reyes  ya no tiene miedo. Hace años engrosaba  la lista de mujeres víctimas de malos tratos. En aquella  época  apenas levantaba la vista del suelo. Los  gritos, los insultos y las palizas habían marcado los cinco años de convivencia con su marido.
 Sólo cogió la ropa de la  niña. Una mañana cerró la puerta de aquella casa de tortura decidida a no volver jamás. Sabía que él la buscaría, pero su decisión era firme. Siguió adelante, con su miedo a cuestas, sabiendo que no había marcha atrás.
 Ahora es una mujer distinta, trabaja de auxiliar de enfermería y ha rehecho su vida. Estuvo cerca de un triste final y  pudo escapar. Reyes,  ya no tiene miedo.

(269) Llamada telefónica

- Cariño, esta noche arréglate que te voy a llevar a cenar al mejor restaurante de la ciudad.-
- ¿y eso? ¿Qué celebramos?-
- Me acaban de llamar de la entrevista de trabajo que hice el lunes, me han dicho que soy justo lo que buscaban, que de todos los candidatos mi perfil es el más idóneo…-
- ¡Qué alegría, mi vida! Pero… ¿Esta noche? ¿Y con quién dejamos a los niños?-
- ¡Yo qué sé! Llama a tu madre… ¡Esta noche hay que celebrarlo!-
-La llamo ahora mismo, se va a poner contentísima… Sabía que podrías conseguirlo.-
- Sin tu apoyo no …bie… podi…-
- ¿Cristina? ¡No te oigo!-
- ¿Me …yes? ¿Juan? Lue… te lla… estoy sin cober…-

(268) Tesoro


  • ¿La mar, el mar? ¿Y si no tiene sexo como los ángeles?
Le susurra al oído mientras recorre su entrepierna con dedos silentes, y un hueco se abre en el pecho ansioso por herir al postrado tesoro esta noche.

Retiro el edredón de mi cama como si del sobre de una carta se tratara. Me introduzco en tus sueños y me abrazas ávido por recorrer mi cuerpo. Con lágrimas, y estos brazos hueros y torpes, te distraigo por mil laberintos de aquellos labios heridos por mis dedos”.

domingo, 24 de febrero de 2013

(267) Mujeres corred


Mujeres, ¡corred!

El frío, el olor a sal, el murmullo de las olas... Cuando salgo a correr, el viento me empapa, se funde conmigo. Siento que soy capaz de superar cualquier obstáculo. Porque cuando corro, me siento una diosa. Y es que yo no corro tocando el suelo, cada vez que doy un paso, levito, más bien me elevo por encima de todas las cosas y desde arriba, observo. Y ahí estoy yo, corriendo, sin buena pisada, sin velocidad, sin técnica. Cruzándome con jóvenes preparados, amantes del deporte que te saludan a su paso, haciéndote un guiño de complicidad, de compañerismo. Todos corremos hacia la misma meta, unas veces un árbol, otras un sueño...Cuando la cruzo, simplemente grito: Mujeres, ¡corred!

(266) Jugar en serio

Volvíamos al pueblo. Ella tenía 17 y yo creo 37, y riendo nos desafiamos a una carrera. Ella con la moto y la juventud iba ganando, y a pesar de la noche pude ver como se reía, aunque yo manejo muy bien, me iba ganando. La cornisa daba a un despeñadero. Calculé que la podía pasar en una curva mínima donde ‘la casa de la bruja‘, la bloqueé, hice derrapar el coche y la acribillé con el pedregullo del camino, ella no se despeñó porque hay dios. Cuando llegamos, ella detrás mio, y yo estaba contento porque le había ganado, se tiró de la moto y mientras me pegaba, llorando, me gritaba: Idiota, mal parido, no podés jugar en serio.

(265) No hables mal de las mujeres

A Raquel
¡Qué placer, mujer!... Sentir el amor desde un amanecer hasta cierto anochecer u oscurecer; transcurriendo por determinado atardecer. Quiero tener poder para hacerlo muy bien mientras cavilo o razono (e inclusive concluyo) que tú eres  mi única razón de ser. Debido a ello albergo-atesoro demasiada-bastante fe en Él. Me gusta creer que, algún día no lejano, juntos podríamos vencer al óbito cuando le dé la gana derrotando a este padecer, este fallecer, aquel padecer, otro fenecer. Río, sonrío, debido a todas tus aventuras sobre mucho “tío-vivo”. Ver llega a reconvertirse en agradable. Por eso ubico crecer ante Diosa, tras dialogarte acerca de retener y contener mis lágrimas entre humanoides. Esto se encuentra fiel. Volver a todo tren. Amén.

(264) Mujer

A Raquel
¡Qué placer, mujer!... Sentir el amor desde un amanecer hasta cierto anochecer u oscurecer; transcurriendo por determinado atardecer. Quiero tener poder para hacerlo muy bien mientras cavilo o razono (e inclusive concluyo) que tú eres  mi única razón de ser. Debido a ello albergo-atesoro demasiada-bastante fe en Él. Me gusta creer que, algún día no lejano, juntos podríamos vencer al óbito cuando le dé la gana derrotando a este padecer, este fallecer, aquel padecer, otro fenecer. Río, sonrío, debido a todas tus aventuras sobre mucho “tío-vivo”. Ver llega a reconvertirse en agradable. Por eso ubico crecer ante Diosa, tras dialogarte acerca de retener y contener mis lágrimas entre humanoides. Esto se encuentra fiel. Volver a todo tren. Amén.

(263) Mujer de mi vida

Eres la persona que has escuchado mis primeros llantos, me has dado mi primer beso, has sufrido cuando me he puesto enfermo, has disfrutado de mis éxitos y me has enseñado a superar los fracasos. Todo lo has hecho sin pedir nada a cambio, y cuando alguien me pregunte que quién ha hecho tanto por mí, solo podré decir, gracias madre.

(262) Juntos

Nos desposamos para estar juntos: en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y la riqueza.
Pero también: a la hora de recoger el baño y fregar los platos, planchar y poner la lavadora; coser un botón y cambiar un pañal; y, sobre todo, para decir "Gracias" y "Buenos días".

(261) XX


Despertó de un sobresalto. Abrió los ojos lentamente y deseó ser otra persona. Los nervios le carcomían el cuerpo. Había llegado el día.
Si bien había vivido jornadas intentas, repletas de actividades y de decisiones tomadas a último momento, jamás su corazón estuvo tan a punto de salírsele por la boca, con tantas uñas cortadas inconscientemente. Como nunca antes quiso que el calendario pasara de página.
El viaje hacia el Colegio se le hizo eterno. Al entrar, el orgullo la vistió elegantemente. Los compañeros de su agrupación estudiantil se mostraban confiados, como si la victoria fuese un hecho consumado. El día de las elecciones había llegado.
Pasada la medianoche, se supo: ella sería la nueva presidenta de los estudiantes.  

(260) Soledad


Soledad se despertó angustiada, palpó la cama y comprobó con alivio que estaba vacía. Encendió la luz…la habitación era un completo caos. Necesitaba un trago y de camino a la cocina fue abriendo las habitaciones de sus hijos: ¡vacías!
Se empinó la botella de vodka y contempló aquel desorden con melancólica satisfacción.
Quedan solo dos días”-pensó, mientras se miraba al espejo completamente desnuda- 44 años, cuatro embarazos, un cuerpo aún deseable y un indeleble rictus de amargura en el rostro… a estas alturas de su vida estaba viviendo, al fin, la situación más parecida a la libertad que se sentía capaz de fingir.
-“Tendré que aprovechar bien mi último día”.
El domingo volvían “ellos” y debían encontrarlo todo perfecto…como siempre.

(259) Mi madre

El día que me dijeron que era estéril fue el más duro de mi vida. Desde entonces, una mujer embarazada era la visión más desesperanzadora para mi, y la risa de un niño la música más triste.
Mi madre, hastiada por mi pena, me cogió un día de la mano y me dijo: “yo tampoco pude quedarme nunca embarazada, pero siempre tuve claro que eso no significaba que no podía tener hijos, por eso, tú llegaste a mi vida”.

(258) Empezar de nuevo

Alba acababa de romper con su pasado. Dejaba atrás  un matrimonio roto, debido a su divergencia  sobre cómo  enfrentarse a la vida.
   Estaba dispuesta a empezar de nuevo y a retomar sus viejas amistades.  Con  su mejor sonrisa, decidió  sacar su agenda y llamar a sus viejos amigos.
  Quedó con María,  su amiga íntima de juventud,  y entre risas y alguna que otra lagrimita, se pusieron al día.  Cuándo supo de su necesidad de encontrar un trabajo,  ella le dijo que necesitaba a alguien que le ayudara en su boutique.
    Y fue así,  con un nuevo trabajo y la vuelta a sus antiguas amistades, como emprendió una nueva vida, llena de ilusión y esperanza.

(257) Equidad

Aquella noche fue aquel día en la que el pobre y la pobre, la sombra y el miedo, el llanto y la risa, la nada y el todo, el deseo y la lujuria, la luna y el sol…fueron lo mismo.
Hasta mi Dios eterno fue una Diosa de tres años.

(256) Anónimo admirador

Calido abrazo en invierno, de dulce olor a jazmín, esencia única en el universo y tuviste que venir aquí.

Aquí donde a veces no te aman lo suficiente, donde las marismas son mas fuertes que las rocas y la pureza se compra y vende al precio del interés del dinero.

Dicharachero espíritu que emana de tu rostro, una sonrisa que nunca se marchita.

Sorprendido mi ser se haya al ver persona tan frágil y poderosa.

A lo largo de los tiempos aprendimos, de los sacrificios a caminar unidos, pues no siempre la diestra era el mejor camino.

Eres tu mujer, creadora de vida y razón de las mismas.

Por su elocuencia y sus maneras mí mayor devoción a su persona.

Atentamente:

Un anónimo admirador.

(255) A la orilla de un inicio

Desnuda, observaba desde el borde del precipicio el pueblo que, insospechoso de su cercana presencia, dormía plácidamente en el valle. Había leído en los troncos de los árboles que allá abajo los poetas balbuceaban ripios incoherentes, y que de la fuente en la plaza lloraba agua sin alma ni vida. Que de la alegría contaban leyendas los más viejos del lugar, y que el amor llevaba años en huelga de maravillas.

Sonrió, a sabiendas de que había llegado, al fin, al mundo que habría de salvar. Antes de bajar, a modo de prólogo para su novela en ciernes, decidió ponerse el vestido de noche que le resaltaba las estrellas.

(254) Teresa

Teresa cubría compulsiva con maquillaje aquellas señales dejadas por las manos furiosas de David. Sentía profunda la tristeza carcomiéndole, arrebatándole cada brizna de felicidad de su espíritu; ahora tan maltrecho como su faz pintada de mentira. Aquellos golpes recibidos socavaban su conciencia, martilleada por el recuerdo de las desesperadas advertencias familiares.
 Sus manos temblorosas apenas lograban acallar la evidencia en la piel mancillada de su rostro, que se rebelaba mostrando acusador los moratones y arañazos infligidos por David quien, cínico, aseguraba quererla por encima de todo. Y Teresa descubrió al fin su ira, su soberbia y los celos de su mente enferma. Segura de sí, deshizo aquella falsa máscara y saliendo a la calle mostró a todos su infierno.

(253) Desenlace inesperado

Sonia 35 años .Va a una fabrica (La mayoría de los trabajadores son hombres).Hay una oferta de empleo y tal y como están las cosas, no duda en presentarse allí; Le hacen la entrevista. Le dicen que ya le llamaran.
 Pasan los días y ella pensó en disfrazarse de hombre y vuelve a presentarse a la oferta de empleo esta vez con nombre y aspecto de hombre. En este caso la cogen, va a trabajar disfrazada de hombre unos días y al tiempo descubren que es una mujer.
Ella les dice: Si, soy una mujer, pero se desempeñar el mismo trabajo de un hombre, ¿acaso importa que sea una mujer?¿Cuando hago mi trabajo igual que el de vosotros?

(252) De un soplo

La última persona sobre la tierra, o eso piensa la mujer. Se agacha ceñuda, agarra un puñado de barro, le da forma entre sus manos. A continuación se atraviesa el vientre      – pero es fuerte y no grita –, se arranca una costilla y, tras sumarla a la masa, moldea un varón. Dios la observa sobrecogido, traga saliva, aplaude. La creadora no escucha. Se vuelve hacia ese espejismo – ¿el altísimo lo llamaban? – y, sin dudarlo, lo desvanece por siempre de un soplo. 

(251) Revisión de valores

Siempre había pensado que la mano derecha es mucho más útil que la izquierda. Dicen que por esa misma razón la izquierda es inferior a la derecha. No obstante, para los zurdos es todo lo contrario. Un día mi abuelo me hizo ver que los seres humanos esperamos que las dos sean iguales sin previamente haberles brindado las mismas oportunidades. Tenía razón… nuestra sociedad está llena de prejuicios y es ella misma la que crea tópicos como el de… ¿cómo era?... ¿homo mulieri lupus? Quizás sea una ignorante, pero al menos he descubierto que sí es posible cambiar el mundo si revisamos algunas de las construcciones de nuestro entorno, como es el de la subordinación entre hombres y mujeres.

(250) Tres estrellas

La calma llega a estas horas de la noche, cuando el cuerpo cansado del día agotador reclama la cama con impaciencia. Pero el anhelo de los días tranquilos se hace presente y siento el impulso que me lleva a la ventana. Contemplo la noche estrellada, esa oscuridad salpicada de pequeñas bombillas incandescentes golpea mi corazón con su belleza. Extasiada por tan suma grandiosidad se convierten en minutos lo que iban a ser segundos. Con los ojos enrojecidos por el sueño cierro la ventana y me giro hacía el dormitorio. En la cama duermen mis tres estrellas más preciadas. Con su luz interior más brillante que la más deslumbrante del cielo duermen ajenas al amor de la madre que las mira.

(249) Al acecho

Como un ladrón en la noche
sigiloso, casi invisible
y despacio, muy despacio
se fue adentrando
en tu mente.
En poco tiempo
vació tu cara de expresiones,
gestos y sonrisas.
En poco tiempo
se llevó las palabras de tu boca
se llevó los abrazos
y los besos.
se llevó sentimientos
y se llevó emociones.
y como de la noche
a la mañana
dejaste de mirarme
dejaste de quererme
dejaste de abrazarme
y de besarme
dejaste de conocerme
y de reconocerte.
Y así, nos quedamos
las dos
sumidas en un
mundo de oscuridad
tú sin poder hacer nada,
yo sin saber qué hacer
en un mundo
en el que la esperanza
es una desconocida
y el único habitante
es un ladrón.