Te di de comer lo mejor del huerto. Probaste de mis manos , las manzanas. Te vestí, entrelazando hojas de enredadera . Te enseñé a expresar tus pensamientos. Nadaste , empujado por la corriente. Lavé tu cuerpo . Una noche , dijiste quererme , abrazandome. Te creí, porque de tu boca llegué a creérmelo todo… la nada, la eternidad o que nunca nadie nos echaría de lo que ya era nuestro. Pero nos echaron, por quererte, por bañarte , por vestirte, por enseñarte y por darte a comer. Solo supiste callar , mientras me culpaban por quererte mostrar que el mundo era nuestro, maldiciendo al conocimiento que te regalé y que es la causa de nuestro destierro.
Umbría solana
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