La cerveza golpea emocionada, con más fuerza de lo que hubiera deseado, sobre la mesa de cristal. Mi compañera y yo nos miramos con la certeza de que lo que deberíamos sentir no es lo que de hecho estamos sintiendo. Las emociones ya se han hecho con el control del famoso nudo en la garganta.
- ¿Qué os parece lo que me han propuesto?- pregunta nuestro colega, indiferente a lo que ocurre en nuestras cabezas.
En mi boca, la rabia descontrolada en forma de rugido animal. ¿Por qué una profesión eminentemente femenina premia a los pocos hombres que deciden ejercerla y, por el contrario, una profesión de sesgo masculino sanciona sus excepciones femeninas?
Solo quiero que se atragante con la cerveza.
Mannuqui
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